Cuenta una antigua leyenda que en un próspero pueblo de la comarca de Ferrolterra apareció un misterioso hombre con aspecto de pordiosero. El desvalido peregrino, que tenía hambre y sed, fue pidiendo ayuda por todas y cada una de las casas del lugar, pero casi nadie le abría la puerta y los que lo hacían le daban con ella en las narices. Un matrimonio le dijo — ¡No tenemos nada que ofrecer, aquí no queremos extraños!
El hombre, decaído, caminó hasta la última casa de la villa, en ella vivía una joven con sus dos bebés gemelos, que dormían dentro de un cesto cerca del fuego. La humilde mujer no tenía mucho que ofrecerle al misterioso caminante, pero aún así fue a calentar un bollo de pan en el horno para darle un pedazo. El pobre, quien realmente se trataba de Jesucristo, muy agradecido le dijo.— En este pueblo viven personas muy malas de corazón y por ello deben ser castigadas, pero vos no los sois, porque lo poco que poseéis lo compartís conmigo. Una maldición asolará estas tierras cuando me vaya, debéis escapar camino arriba cuanto antes, y ni se os ocurra mirar hacia atrás, sólo así seréis salvada.
—Pero... ¿qué hago con mis dos bebés?, son muy pequeños— le preguntó aterrorizada.
— Debéis dejarlos en el camino, Dios se apiadará de ellos.
La mujer obedeció y corrió camino arriba, pero un fuerte estruendo la asustó más de lo que estaba e hizo que se le parase el corazón cayendo fulminada sobre la hierba. A la mañana siguiente apareció todo inundado, se formó una gran laguna en el valle y sobre su superficie, el cesto de mimbre flotaba con los dos bebés dentro, estaban vivos. De ahí dicen que deriva el nombre de la zona y de la laguna de "Doniños"(dos niños). Se cree que bajo las aguas del lago yace sumergida la antigua villa de Valverde y los cadáveres de sus crueles habitantes.